Fraude en el Bono Clase Media

ustamente cuando el Estado está haciendo esfuerzos sin precedentes para financiar las ayudas económicas de emergencia motivadas por la pandemia —y cuando miles de familias se encuentran en una genuina situación de necesidad por la merma o completa falta de ingresos—, el SII ha detectado que más de 430 mil personas obtuvieron de forma fraudulenta el Bono Clase Media, que fue entregado a algo más de 1,6 millones de trabajadores.

Así, cerca de un 25% de los beneficiados habría ingresado una remuneración menor a la que en verdad recibieron, con lo cual el monto defraudado ronda los US$ 256 millones.

Por un lado, es evidente que la facilidad con la que fue posible obtener el bono usando datos falsos apunta a aspectos que es preciso reforzar. Es probable que el diseño del bono, ante la premura de lograr que los dineros llegaran lo antes posible a las familias que los necesitaban, presente algunas fallas. Sin duda ello habrá de ser tenido en cuenta en futuras políticas públicas, para reducir las oportunidades de obtener mañosamente recursos del Estado condicionados criterios específicos (un problema que sin duda no es exclusivo de esta medida en particular).

Por otro lado, sin embargo —y sin desconocer las apremiantes necesidades económicas de muchas familias—, la falta principal la cometieron quienes a sabiendas manipularon la información para recibir en bono sin que les correspondiera. Señalar primero la responsabilidad política del Gobierno, como han hecho algunos, equivale a callar el inequívoco rechazo que amerita una conducta que no se puede tolerar.

Si bien el SII ha dispuesto un mecanismo y una fecha para devolver el dinero recibido indebidamente, sin penalidades, la Fiscalía Nacional comunicó que estudia una investigación penal “por eventual fraude de subvenciones”. Sea como sea, la señal debe ser clara en el sentido de que engaños como éste son inaceptables, pues el defraudado no es el Fisco, sino el conjunto de los chilenos